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Cuando entramos en un bosque podemos sentir que algo se oculta a nuestra capacidad de observación y comprensión. Es algo extraordinariamente indefinible. Sentimos que existe, pero no podemos captarlo. Este "algo" es lo que Sequoia quiere investigar: un espacio sagrado que el ser humano descubre en sí mismo y en el universo a través de los árboles y los bosques. Es un espacio desconocido, o tal vez olvidado, ilegible para la mente y los ojos de la racionalidad humana. De hecho, sólo se puede acceder a él a través del estado de la no-mente, aceptando no saber y abandonando la necesidad de definir.

Inspirándome en la presencia milenaria de las sequoias, dejo que los intérpretes se conviertan en bosque para personificar los secretos primordiales de la naturaleza, sin ánimo de revelar nada, sino de contemplar junto con el espectador los misterios ocultos en las cortezas y las ramas de los árboles, en el aliento de las hojas y en el silencio del bosque.

Detener la deforestación, plantar o cuidar árboles, tiene un gran impacto positivo en nuestro planeta y en la reforestación de la sensibilidad humana.